“No lo sabéis, ¿no? -pregunta Carapacho Clavícula Mortajosario emergiendo de una pila de hojas bajo el Árbol de las Brujas-. ¡En verdad no lo sabéis!
Octubre ha llegado, junto con sus vientos y largas noches singulares del mes, trayendo consigo una de las épocas festivas más esperadas por la mayoría de la población: Halloween.
Las hojas marrones vuelan, el sol aleja paulatinamente sus rayos cálidos, cediendo el paso a las noches que son cada vez más oscuras y duraderas, siendo reconocible ese aroma típico de octubre y dando la bienvenida a la tan esperada celebración del Halloween. Es temporada de calabazas, brujas y monstruos, llenando las calles y cualquier rincón disponible del mayor terror posible. Muchos organizan las fiestas; otros cuantos, disfraces y golosinas; y algunos más, maratones de películas. Sea cual sea la manera de festejar un evento ya mundialmente aceptado, lo cierto es que son pocos los que se han dado la tarea de indagar los orígenes de ésta.
¿Por qué se celebra de esta manera? ¿Siempre ha sido así? ¿Con fantasmas, brujas y calabazas por doquier? Quizás entre los lectores haya quienes tengan un vasto conocimiento sobre ello, así como algunos sólo tendrán uno que otro dato interesante. No se preocupen, pues a través de una muy divertida y enternecedora novela, Ray Bradbury se dio a la tarea de despejarnos de dudas, aunque sea ligeramente.
Ray Bradbury, escritor americano y lamentablemente ya fallecido, saliéndose un poco del confort de sus grandiosas novelas de ciencia ficción, nos trae la novela “El Árbol de las Brujas”, publicada en el año de 1972. Esta relata cómo un grupo de amigos, preparados para pedir dulces y divertirse durante la noche de Halloween, viajan a través del tiempo, guiados por un ser de túnica oscura y con el nombre de Mortajosario quien les muestran todas las festividades y ritos que antecedieron a lo que actualmente conocen como la Noche de Brujas, tratando al mismo tiempo de salvar a su amigo Pipkin de las garras de la misma muerte. Es por medio de esta novela que Bradbury, un ferviente lector, el cual plasmaba sus conocimientos con la pluma en sus escritos, nos invita a conocer la historia detrás de una de las noches más esperadas del año: la noche del 31 de octubre.
¿Truco o trato? Los orígenes de la Noche de Brujas
“-Todo se suma y se complementa. Cuatro mil años atrás, cien años atrás, este año, un lugar u otro, pero las celebraciones son la misma…
-La Fiesta de Samhain…
-El Día de los Muertos Queridos…
-Todas las Almas. Todos los Santos.
-El Día de los Muertos.
-El Día de Todos los Santos.
-La Fiesta de las Brujas.”
Esta pieza extraída de la obra, es una conclusión que le da a los chicos el Señor Mortajosario al final del viaje, donde señala que todas las fiestas son las mismas puesto que unas descienden de otras y tienen un factor común entre todas ellas: la muerte.
La celebración a la muerte antecede, si nuestros conocimientos de historia y el libro no nos fallan, desde miles de años atrás, cuando el hombre comenzó a rendirle tributo a sus difuntos de la manera más primitiva conocida. Además, cabe destacar, que tienen su origen del agradecimiento por la cosecha, la última etapa del ciclo de la agricultura, siendo justamente en el comienzo de las largas noches y del duro e imperdonable frío: octubre.
Los niños festejaban y disfrutaban del Halloween como una fiesta donde la costumbre sólo se basaba en disfrazarse de diversos monstruos y salir a pedir dulces casa por casa, incluyendo algunas actividades más como las bromas y la ornamentación con relación a la noche. Sin embargo, no iba más allá su curiosidad del porqué. Es hasta que, emergido de las hojas caídas del gran Árbol de las Brujas, conocen al Señor Mortajosario quien, debido a un acuerdo para salvar la vida de su amigo Pipkin, es cuando comienza la aventura.
Desde los tiempos más remotos hasta la actualidad, Mortajosario lleva a los niños a cruzar la historia de la humanidad, su culto y la evolución de ésta a la muerte y los seres difuntos: comenzando con el Antiguo Egipto, el proceso de momificación y sus aterradoras momias; continuando con la ya conocida Fiesta de Samhain en la Europa Céltica, donde los pequeños encaran al temible Dios de los Muertos; la gran Notre Dame con sus temibles y góticas gárgolas; llegando, finalmente, a México con su festivo y tradicional Día de Muertos. Cada una de ellas dando paso a la festividad ya hoy en día conocida como Noche de Brujas, aportando cada una, de una u otra medida gracias a los diversos hechos históricos, un pedazo de sus características propias. Todas ellas, a fin de cuentas, relacionadas, tomándose de la mano a pesar de los prolongados o cortos periodos de tiempo que los separa. Después de todo, no todos están tan separados unos de otros.
Aunque, no todo es alegría y devoción: sin hacer de lado los acontecimientos atroces que derivaron de sucesos históricos, Mortajosario muestra a los pequeños algunos de esos eventos que se relacionaron con las celebraciones a los muertos, presenciando las persecuciones a los creyentes paganos y, más adelante, las ardientes hogueras a lo largo de Europa tras la caza de brujas, siendo eliminados cientos de inocentes ante súplicas y gritos adoloridos. La muerte no siempre fue una alegre fiesta.
No obstante, y sin olvidar a los mártires del pasado, los niños, después de haber salvado a su gran y querido amigo, terminan con un sabor de boca distinto: una perspectiva, una idea diferente hacia el Halloween, hacia los muertos y los vivos, y, finalmente, hacia la muerte. ¿Qué acaso la muerte no nos hace apreciar a la vida? Quizás, al final de esta incomparable aventura, la verdadera razón del origen de dichas fiestas sea esa: la vida y la muerte, ambas en una sola.
“Noche y día. Invierno y verano, chicos. Tiempo de sembrar y tiempo de recoger. Vida y muerte. Todo eso sintetizado en una sola noche, es la fiesta de las brujas. Medio día y media noche.”
Noches oscuras y muertes sin miedo
“-Y empezaron a vivir más y a tener más tiempo y a distanciar las muertes, y a despedirse del miedo, y a tener por fin sólo unos días especiales cada año para pensar en la noche y el amanecer y en la primavera y el otoño y en nacer y morir.”
Después de tantas raíces y ritos rendidos al acto de la muerte, ¿qué es hoy en día del Halloween, o incluso, del Día de Muertos?
La verdad es que la historia cambia constantemente, y algunas tradiciones perseveran y trascienden el desgaste que conlleva el pasar del tiempo, como de las que aprendieron los pequeños héroes; lamentablemente, fue el mismo tiempo, en complicidad con el ser humano, quienes olvidaron el origen y el porqué de las ceremonias entorno a la muerte que, irónicamente, tiende a ser todavía un tema de tabú.
Brandbury, detrás del tétrico personaje de Mortajosario y por medio de una fantástica historia, tiene como propósito brindarnos un punto de vista distinto hacia la Noche de las Brujas, incluso al Día de los Muertos (en el caso de los mexicanos), a partir de sus orígenes históricos y cómo la rendición hacia la muerte no es más que la celebración hacia el ciclo de la vida. Historia y cultura, unidas para preguntarnos el porqué de lo que hacemos hoy en día y por la misma razón no olvidarnos del verdadero significado de las costumbres que actualmente ya tenemos edificadas. Podremos agregarles disfraces, dulces y terror, pero recordando siempre el punto de partida de todo esto: los difuntos que descansan en las estrellas allá arriba en la oscura y celestial noche.
“Allá en Illinois hemos olvidado de qué se trata. Quiero decir los muertos, allá en nuestro pueblo, esta noche, diantre, nadie piensa en ellos. Nadie los recuerda. A nadie le importan. Nadie va a sentarse a conversar con ellos. Eso sí que puede llamarse soledad.”
La vida y la muerte, las dos entrelazadas, como la siembra y la cosecha: una necesita de la otra para complementar el ciclo, puesto que una la inicia mientras que la otra la termina.
Ahora, partiendo de esa idea, ¿por qué la constante dualidad entre Halloween y Día de Muertos? ¿Por qué no celebrar ambas? Y esa es una cuestión muy debatible, al menos, sabida en México. No es raro que cuando octubre comienza, existan personas que menosprecien una o la otra, basándose en sus propios argumentos. El choque de culturas es brutal, aparentemente, pero son las aventuras imprentas en las páginas de este libro que nos invitan a no ver una batalla entre las diferentes culturas, sino al contrario: aprender de ellas y disfrutar de las dos, o no únicamente de estas dos, sino también de otras que aún existen hoy en día y que siguen siendo practicadas por sus descendientes en todo el mundo. Podrán ser diferentes ya sea por el lugar de origen u otros aspectos, más no olviden, como bien enseña el Señor Mortajosario: todas son una, puesto que provienen de las mismas o similares creencias.
“-Bueno -pregunta Mortajosario al final del viaje-. ¿Qué fue: una prenda o un premio?
-Premio y prenda -concuerdan todos.
Y tú también estarás de acuerdo.”