Música

La vuelta al mundo: Calle 13 y los duelos del moderno oeste

Descubre más sobre la composición de “La vuelta al mundo” de Calle 13 con sus referentes en la cultura audiovisual y el papel de cada elemento, incluyendo el video musical.

LA BANDA Y SUS INTEGRANTES

En la carrera de Calle 13 como el conjunto musical que René Pérez (“Residente”) y Eduardo Cabra (“Visitante”) dos hermanastros que incluyendo a su hermana Ile en la voz femenina y en pláticas casuales a partir de su mundo personal, cultural y social empezaron a crear tracks cargados de irreverencia y que pararían a bailar a América latina por poco más de una década. Me gustaría en esta ocasión adentrarme en cómo a veces el empeño por fijarnos en el individualismo y quien tiene los reflectores obviamos un poco la parte de quienes contribuyen a la parte instrumental, de producción y por qué a veces en la plática fiestera, afirmo más seguro que nunca que no hay residente sin Visitante y sin Ile, que el conjunto difícilmente será igualado por un solista, decir que es lo mismo resulta simplista y sin sustancia.

Y es que, nos guste o no nos guste el grupo, debemos reconocer la gran cantidad de estilos y ritmos musicales que en su música existen y la infinidad de sensaciones que pueden producir en nosotros, difícilmente nos deja indiferentes, porque más allá de si su discurso social es profundo o panfletario, Calle 13 como proyecto se erigió como un crisol de contadores de historias que nos dan risa y nos hacen poner atención, aunque hay que decir que hay un cambio evidente desde “Atrevete-te-te” hasta la última canción del álbum “Multiviral”, existe un mundo de cambios a los que hay que estar atentos y su evolución mucho debe a la comprensión del conjunto de las necesidades sociales más allá de comer, gastar y recrear estructuras impuestas.

“Entren los que puedan” es el disco que marca la transición evidente de lo divertido/pop/ reggaeton y su estilo de relajo del inicio al salto definitivo hacia la crítica social de la realidad latinoamericana sin dejar de lado el desparpajo de sus inicios, pasando de una visión de gozo fiestero despreocupado a la del invitado del guateque que reflexiona en qué circunstancias está bailando esos ritmos originarios de su lugar de origen.

Por ejemplo: en la verborrea de “El baile de los pobres” se distingue una burla consciente de la diferencia de clases en una relación amorosa, así oscilan muchas canciones más, pero en esta ocasión me ocupa el pensar en especial a partir de uno de los sencillos del mismo disco y sobre todo en tres puntos clave: La cultura visual como un eje importantísimo en la música actual y cómo ésta moldea también al mensaje sonoro y las referencias a la realidad que en éste se hacen.

Es importante recalcar que Visitante contribuye a formar el discurso del proyecto de calle 13 como tal, fuera de la individualidad que cada músico puede tener. Y aunque es más fácil admirar y ver las letras sardónicas y las construcciones verbales avanzadas de residente, hay algo evidente en su nuevo proyecto en solitario, ésa narrativa ensimismada al ubicarse sobre beats y bases rítmicas más sencillas ha perdido cierto carácter envolvente y también esa sensación de estar hablando de nosotros al mismo tiempo que expresa cosas de sí mismo, percibo que eso pasa porque, aunque obviamente tiene un productor musical, el nivel de involucramiento narrativo, de tesón en lo que se cuenta a nuestros oídos definitivamente no es el mismo, a pesar del mucho contenido y montón de palabras ahora la letra se nota excesiva y perdida en los casos más extremos, sin encontrarse con lo melódico y sin que las arritmias signifiquen algo o suenen bien.

Y es aquí donde se vuelve necesario mirar al pasado donde aunque se usara el proceso de samples, éstos eran producidos exclusivamente para la canción y no sonaban a extraídos de alguna librería como es el caso de los artistas venidos del freestyle que lo hacen así por el presupuesto limitado, no viendo esto como algo malo, si no como un discurso de años que ya tiene los recursos para producir meticulosamente: “Ojos color Sol” no sería la misma sin ese inicio instrumental que sonoramente remite a lo infantil, a lo inocente y 10 segundos antes de entrar la voz principal, a la orquestación de las canciones del músico invitado, en ese caso Silvio Rodríguez, esa comprensión de lo que la letra no dice es la que no está presente, la que se extraña y la que para mí, llegó a uno de sus puntos más altos especialmente en una canción del ya mencionado disco.

¿QUÉ SIGNIFICA “LA VUELTA AL MUNDO”?

“La vuelta al mundo” es una pieza donde se puede observar aún más como la producción musical sirve al discurso lírico,al ideológico de paso y se integra con él a través de una serie de elementos musicales como lo son la flauta de fondo emulando silbidos comunes y un bajeo constante, un elemento confrontativo presente en progresión aunque con distintos tonos y una tracción más eléctrica/rockera en “La bala” (la canción que le sigue en el disco), y es que aunque no son en sí un sample funcionan con la misma lógica de patrones repetidos con mínimas y sustanciales variaciones (Los alientos en la estrofa después del coro).

La letra de la canción tiene un carácter confrontativo en el que una persona habla de cómo ha formado su ideología en base a sus errores, abrazar sus contradicciones y enfocar sus esfuerzos en disfrutar la vida y defender lo que le parece que le ayuda a vivirla de mejor manera y con sus semejantes y como sus sentimientos hacia alguien lo incitaron a iniciar una vida a contracorriente.de cómo le han dicho que debe de vivirla, éste carácter de duelo es perceptible gracias a los elementos musicales que emparentan su composición con las partituras ideadas para las películas del género western, especialmente con el trabajo de un compositor.

Éste no es otro que Ennio Morricone la figura que compuso más música para cine que nadie y que se fue de este mundo feliz de sentar escuela, las partituras que creó para el imaginario del spaghetti western. Especialmente ésta similitud con “La vuelta al mundo es muy notoria” en el tema de apertura de “La muerte tenía un precio” (“For a few dollars more”, Sergio Leone 1966), introdujo una serie de variaciones al estilo de composición más clásico para las películas de vaqueros, entre sus representantes se cuentan Elmer Bernstein, Max Steiner entre otros, el Mérito de Morricone fue variar esos arreglos orquestales basados sobre todo en cuerdas frotadas, para introducir más cuerdas pulsadas, un mayor contenido grave y una cantidad (y calidad) estratégica de instrumentos de aliento incluyendo elementos raros en ese tipo de composición como lo es el “arpa de boca” cuyo sonido tenemos referenciado en la mente como el de un resorte.

En la “Vuelta al mundo” el duelo a muerte no es contra asesinos y cazarrecompensas, es en contra de los regímenes opresivos que pueden ser desde un gobierno hasta una despótica cabeza de empresa, eco fácilmente perceptible en un mundo moderno donde los objetivos económicos a veces son inhumanos y las formas de lograrlos aún peor. Para hablar a la gran masa, hay que hablar desde lo reconocible y es aquí donde la formación en artes y ciencias sociales de sus creadores entra en la práctica citando un referente del imaginario colectivo de una manera muy bien lograda.

EL COMPONENTE VISUAL

Es verdad que actualmente los contenidos sonoros se quedan rezagados si no manejan una parte visual, podemos ver como los podcasts ya casi no son escuchados si no vienen de una figura pública reconocible para las masas y mucho menos, si no incluye un video sincrónico de los locutores, influencers y demás, y si bien el video musical fue de un boom ochentero, cada vez hay una necesidad mayor de una cultura visual de los mismos valores de producción.

Para el videoclip de “La vuelta al mundo” la parte creativa corrió a cargo Juan José Campanella, director argentino de películas tan costumbristas como “El hijo de la novia”, tan emotivas como “El secreto de sus ojos” o tan perturbadoras como “El niño que gritó put@”, haciendo equipo con Camilo Antolini, dentro del trabajo audiovisual del mismo disco ya habían recurrido a sangre fresca de orígenes latinos como Diego Luna que hizo “El baile de los pobres”.

En una descripción simple, el videoclip de la vuelta al mundo es una sucesión de escenas de oficina donde actores de renombre en su país como Juan Minujin (El joven papa Francisco de “Los dos papas”) y Soledad Fandiño, nos dejan ver el tedio de trabajar en objetivos empresariales que vayan quizás hasta en contra de nosotros, la necesidad de romance y finalmente una construcción de un escenario idílico, que sin duda representa la materialización de una utopía donde la estructura burocrática no permite vivir, la necesidad de hallar lo extraordinario en lo simple y la creación de un paisaje/collage donde una pareja de compañeros escapa de un jefe despótico en pos de un ideal campirano que no pocas personas en la población latinoamericana comparten que difícilmente 15 días de vacaciones permiten lograr o si quiera aspirar materialmente.

Todo esto es plasmado en una construcción visual con colores azulados y grisáceos que se rompe con lo colorido del final y que, aunque he escuchado mil veces que un espectador rara vez va a estar versado en el lenguaje de una cámara, yo contesto a eso diciendo que de aquel lenguaje encriptado, con lo que se queda es con las emociones, que aquí están más que presentes.

Inclusive cuando lo principal de calle 13 es lo sonoro, es fácil notar que aparte de las referencias a la cultura pop que hay en la lírica, las referencias a la cultura visual y audiovisual nutren ese discurso desde los sonidos (Residente tiene formación en cine y literatura), sin la similitud que hay entre la música de los westerns. Para mí Residente, Ile y Visitante existen por separado en mundos distintos, donde por más legible y reconocible que parezca la voz del primero los corales y aportaciones de la segunda y la composición y arreglos del tercero constituyen un discurso construido de referencias, así como ahora cualquier personaje de Marvel puede soltar frases o pasajes de películas, comerciales y cualquier audiovisual conocido, la sutileza del mensaje, lo no tan obvio y éstas “citas” sonoras a obras ya preexistentes que enriquecen la cercanía que una canción popular que circula en las radios y plataformas de difusión musical.

La vuelta al mundo: Calle 13 y los duelos del moderno oeste
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