Música

Grandes discos mexicanos en lo que va del siglo XXI (Vol. 1)

¿Crees que lo último bueno de la música de México fue el rock en tu idioma? Pues no es así y aquí te traemos muy buenas opciones de grandes discos mexicanos hechos después del año 2000.

21 años han pasado desde que nos quedamos pasmados ante la noticia y vivencia de que el mundo no se acabó en el dos mil, por el contrario, muchas cosas comenzaron a gestarse en lo artístico y el mundo como hoy lo conocemos empezó a cambiar, sin carros voladores circulando en las calles pero con un pestañeo desde los celulares de ladrillo hasta el 5G, así ha pasado el tiempo y también la música. Y hay muchos buenos testimonios de ritmos que evolucionaron o que en su momento eran apestados y hoy son una parte de la cultura popular que no podemos ignorar.

Como de costumbre la lista está revuelta en fechas, pero contiene una variedad de discos que tuvieron en cuenta el impacto que hubo en su tiempo, su influencia en futuras bandas y lo que significó para su género musical:

LA BARRANCA – ECLIPSE DE MEMORIA (2013)

Sabo Romo fundó esta banda a principios de la década de los 2000 y al escuchar el primer disco se notaba que la esencia de Caifanes (banda de la que fue bajista) denotando que él era en gran parte responsable de la creación de ese sonido. Letras oscuras y libres caracterizan a esta banda, mucha melancolía pero también mucha reflexión sobre la existencia acompañada de percusiones dulces como metalófonos y un par de guitarras que a momento se contrapuntean y en otros llegan casi a un unísono, pero nos dejan muchas sensaciones.

De este disco se desprenden joyas como “Flores de Invierno”, “El alma nunca deja de sentir” o “El tiempo es olvido”, con una voz muy trovadora y un estilo pleno de referencias a la literatura e historia mexicana que siempre es conveniente no olvidar. No todo es inventar el hilo negro y desde lo que ya conocemos “La Barranca” nos deja líricas poderosas y para pensar.

ZURDOK – HOMBRE SINTETIZADOR (2000)

Luis Gerardo Garza, mejor conocido como Chetes, es una presencia versátil en muchos de los proyectos de rock pop nacional como los conciertos unplugged o algunos duetos para soundtracks de películas, pero el proyecto con el que dejó huella es el que parece ser el culmen de ese ya viejo movimiento conocido como la “avanzada regia”, donde varios grupos de diversos géneros hicieron latente la presencia del movimiento.

Aunque el año siguiente alcanzan la notoriedad definitiva con el disco “Maquillaje” y un hit como “Estático”, en el anterior disco encontrábamos letras como “Si me advertí”, “Abre los ojos” o la homónima del disco que nos habla casi casi con el lenguaje sonoro de un cuento infantil para luego dar lugar a crónicas amorosas, mundanas y del andar de la vida que se hace pesada, siempre de una forma digerible y con instrumentos que les dotan de energía. Vale la pena a poco más de 20 años rememorar a una de las bandas más influyentes del panorama nacional

CELSO PIÑA – BARRIO BRAVO (2001)

Actualmente es muy fácil decir que todo suena a reggaeton, pero lo cierto es que en cuanto al pop mexicano que no es bailable, es latente que más bien muchas cosas suenan a lo que se toca en el norte. Si actualmente gente como Ed Maverick o Carla Morrison pueden cantarnos sus rolas llegadoras a ritmo de corrido y si hay un auge de una vertiente alternativa en la cumbia que no son Los Ángeles Azules y que se esforzaron en llegar ahí, es la cumbia norteña de inspiración colombiana con un toque de sonidero.

La “Cumbia sobre el río” y “Dormir soñando” de El Gran Silencio (Aunque esta última todavía fue hecha en los noventas) contribuyeron a hacer patente en el gran público que había una poderosa fusión del vallenato colombiano con el acordeón norteño que se había vuelto tradicional. Este álbum termina de consolidar todo un movimiento y estilo musical que había sido marginal y ninguneado (la introducción del disco recrea un poco de esto).

LOS GUANÁBANA – HEARTBEATS (2007)

Esta banda oriunda de Puebla maneja una búsqueda que no es para nada de ritmos nacionales, ellos encontraron en el ska, reggae y dub una vertiente fresca por cultivar. Sus canciones, en su mayoría instrumentales, hacen un lucimiento de los alientos y también de las atmósferas de los sintetizadores con riffs de guitarra entre el surf y el rock más sesentero.

Si bien sus discos posteriores contienen más elementos de fusión con son jarocho y otros estilos de afrobeat, el primer álbum como tal de su producción termina por sellar esta identidad caribeña con canciones como “El día en que se fue la luz”, “Adios Marisol” y demás canciones que devienen en un feeling muy de costa. Si te gusta su vibra también su proyecto alterno “Ska Makers” es muy recomendable.

NATALIA LAFOURCADE – NATALIA LAFOURCADE (2000)

Fue con esta cantante que el pop más mainstream dio el grito más adolescente que se podía dar y que aunque se había dado en los noventas el estilo de numerosos íconos pseudo rebeldes salidos y auspiciados por la tele nacional, a su música le ayudó el estar

versada en algo más que cantar y el oscilar entre estilos musicales como el bossa nova, el disco y el electro funk sin dejar de tener blues sinceros sobre el crecer (“En el 2000”).

Dentro de todas las mutaciones del estilo y coqueteo con el folklore es sumamente importante destacar este disco que generó un impacto pocas veces visto y que dio lugar a un estilo super referencial que en su tiempo tuvo similitudes con los valores de producción del primer álbum de Nelly Furtado y que en cuestiones vocales ha sido mil veces imitado en los últimos años, recordándonos que la música que conecta con la gente se queda por más que nos pese.

PLASTIKO – PLASTIKO (2001)

Dejando un rato la ciudad de México para ir hacia otra de las urbes. Esta banda se hizo en Guadalajara y en su momento capitalizaron la gran ola ska que se vivía en el underground del país, fusionándola con jazz y otros ritmos un poco más fresas que lo que escuchaban los fans de grupos como La Tremenda Korte o Panteón Rococó.

Sus primeras giras se dieron al lado de las bandas representativas del llamado y muy divisor de opiniones “rock en tu idioma” trayendo al mundo canciones que también tenían algo de swing y funk como “Jazzskaman” o más baladeras como “Cálida estrella”. Cabe recordar también que la edición en físico podía ingresarse en la computadora para jugar un videojuego de navecitas temático de la banda, todo un suceso para los inicios de las computadoras con alta definición.

TELEFUNKA – ELECTRODOMÉSTICO (2007)

Es curioso cómo se pueden tomar muchos elementos alusivos a la era espacial que ahora suenan obsoletos y con una combinación con instrumentos de orquesta sinfónica volverlo algo artesanal, vigente y novedoso. Telefunka, también de Guadalajara, logró en este álbum aportar una frescura a la música electrónica que se había visto relegada a solo su vertiente más psycho o trance dirigida a quienes disfrutaban de los raves en esta época tomando algo más del estilo de lo realizado en Francia por músicos como Daft Punk, Stromae o Mathieu Chedid.

Con canciones como “Esto es normal”, la marcianísima “Astro Saluki” y la muy disfrutable Zenit, este grupo tuvo un aporte vigente y auténtico que sus discos siguientes más virados al pop no tendrían, pero que les daría la oportunidad de colaborar con gente de la talla de Gustavo Cerati (“Electroshock”) o Adrián Dargelos de Babasónicos (“Tu universo”).

Grandes discos mexicanos en lo que va del siglo XXI (Vol. 1)
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