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Literatura y distopía, una visión más cercana a nuestra actualidad: Fahrenheit 451

Con la obra más popular del escritor Ray Bradbury, la imperdible “Fahrenheit 451”, comenzamos con esta sección especial sobre las obras distópicas más imprescindibles que debes leer alguna vez en tu vida si te da curiosidad conocer este género.

“FAHRENHEIT 451:

Temperatura a la que

el papel de los libros se enciende y arde…”

La literatura es como un gran árbol con increíbles raíces y extensas ramas que se han ido extendiendo cada vez con el paso del tiempo; estas ramas las solemos llamar géneros literarios. Ante eventos y movimientos históricos y artísticos, la literatura se ha ido enriqueciendo, ofreciéndonos un vasto catálogo de donde escoger. Si bien, la lectura nos otorga una perspectiva amena y optimista en la mayoría de los casos, también es un medio indiscutible para hacer público visiones más realistas y menos ilusorias. La literatura distópica es el más claro ejemplo.

La distopía es, a partir de la Real Academia Española, “la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.”, en pocas palabras, un futuro ficticio en decadencia social por diversos aspectos, ya sea economía, política o incluso avances tecnológicos. El género literario abarca estos elementos: protagonistas que se hallan inmersos en un futuro poco favorable por causas ajenas, donde se ven involucrados en una dificultad a partir del cuestionamiento que desarrollan acerca de su entorno, generalmente de ideas sembradas por alguien más.  A pesar de que suene muy general esta fórmula, lo cierto es que sólo es un punto de partida del que los autores han sabido aprovechar y han logrado crear historias enriquecedoras que, a la fecha, se han convertido en referencias de culto dentro de la ciencia ficción y de la literatura misma.

George Orwell, Aldous Huxley, Ray Bradbury son la máxima referencia de este género, junto con otros más; sin embargo, son las obras más conocidas de estos tres los cuales conforman lo que a mí me gusta llamar como “El triángulo de la distopía”: “1984”, “Un mundo feliz” y “Fahrenheit 451”, las tres obras que indiscutiblemente se deben leer a la hora de hablar sobre la ficción distópica. Y es con esta última con la que comenzaremos esta sección especial de reseñas sobre 7 libros de este género que te recomiendo leer, y la relación que tienen con nuestra actualidad, no solamente por la curiosidad de conocer a fondo el género que hablamos, sino porque estos libros te harán tener una línea de partida para formar un criterio distinto al momento de cuestionar hacia qué rumbo se encamina nuestra sociedad y el mundo entero, siempre con la condición de que ese cuestionamiento se alimente de argumentos y evidencia empírica y sin el afán de elevar el ego y mucho menos hacer inferior al resto; por el contrario, si te agrada la lectura, siempre recuerda recomendarla con otros.

Los libros están prohibidos

“Fahrenheit 451” es la novela más reconocida de Ray Bradbury, y fue publicada en 1953. Fue llevada al cine por primera vez en 1966 con el título homónimo; posteriormente, en el 2018 fue lanzada nuevamente. La última la puedes encontrar en la plataforma de HBO Max.

Ésta nos habla acerca de un futuro donde los libros están prohibidos por la ley y éstos son incinerados por bomberos que lanzan queroseno y llamas a través de sus mangueras, destruyendo toda obra literaria que aparezca. Uno de estos bomberos es Guy Montag, un bombero que, tras un día de trabajo, se encuentra con su vecina Clarisse, una joven de diecisiete años que comienza a entablar conversación con Guy al punto de llegar a cuestionar algunos aspectos de los cuales Montag se siente incómodo y lo comienzan a hacer reflexionar, partiendo en algo muy importante e íntimo: ¿acaso es feliz? Luego de este encuentro, Guy empieza a vivir una travesía que lo llevará a enfrentarse con situaciones problemáticas, todo con el fin de defender la presencia de los libros y el pensamiento humano.

Ray Bradbury se basó en acontecimientos históricos a la hora de escribir su obra: los incendios y destrucciones de libros y bibliotecas completas, como la Biblioteca de Alejandría o la quema de libros por parte de los nazis; el macartismo, que fue el movimiento norteamericano anti comunista liderado por el senador Joseph R. McCarthy, el cual perseguía todo objeto de procedencia o con relación a la antigua Unión Soviética, como los libros; y, por supuesto, los avances tecnológicos, en predominación la televisión.

Todos éstos fueron puntos clave para Bradbury que le ayudaron a crear un plano donde el gobierno prohíbe los libros, puesto que éstos traen como consecuencia que las personas piensen, y eso es muy peligroso, sobre todo ante los planes del Estado. Entonces, qué mejor que incendiar los libros, evitando todo rastro de pensamiento y cuestionamiento.

Además, la prohibición del acceso a la lectura acarrea con otro gran problema: la desinformación. Cuando Guy conversa por primera vez con Clarisse, ésta le pregunta si sabía que antes los bomberos apagaban los incendios, y no los comenzaban, por lo que Guy se incómoda y la corrige, comentándole que siempre ha sido así, iniciando por el bombero Benjamin Franklin. Sin medios factibles para consultar la información, es fácil ir manipulándola por otros cuántos de dudosa reputación, pero que lamentablemente llega a muchos más receptores, considerándola como fidedigna. 

La diversión, la comodidad y el consumismo

Sin libros de por medio, los centros de diversión y los medios tecnológicos son la mejor (y única) opción para entretenerse: parques de diversión, televisiones del tamaño de una pared, auriculares para escuchar todo el tiempo música y andar por carretera sin límite alguno, con las maneras en la que las personas se divierten y ponen más énfasis en dicho futuro, que ya no parece tan futuro.

Con la necesidad de que un gobierno totalitario mantenga a raya a su población, la inculcación desde un tiempo atrás en el que los habitantes prefieran conocer de los más nuevos e innovadores entretenimientos, como lo más novedoso en cuanto a tecnología y moda y el incesante deseo de adquirirlo, se convirtió en la estrategia ideal para que las personas dejaran de interesarse por los problemas y la situación en la que se encuentra el país, en este caso de la guerra. A lo largo de la novela, los personajes nos muestran ese ambiente decadente: la preocupación de la esposa de Guy por una nueva televisión, los jóvenes que van a exceso de velocidad y están a punto de atropellar al protagonista, los carteles publicitarios enormes que se instalaron por la misma razón, y ya ni hablar de la elección de las mujeres por un presidente guapo (¿eres tú, Peña Nieto?); son todos éstos, sin duda, los reflejos de las preguntas ante el acelerado avance tecnológico y el cambio social que lleva consigo éste, y quizás, la respuesta. Pero, lo peor de todo, es la indiferencia a la que llega la población ante esta situación y ante la de sus iguales, perdiendo todo rastro de empatía y humanismo.

Un futuro que nos respira en la nuca

En su momento de lanzamiento se veía como un acontecimiento poco probable a que sucediera y si había alguno que otro rastro de su presencia, se revelaba como lo más mínimo como para engrandecerse. Hoy, después de desglosar un poco esta narrativa, pareciera que no es así después de todo. El constante lanzamiento de nuevos artefactos tecnológicos y las facilidades que éstos nos brindan, por un lado de la moneda, nos ayudan con diversas tareas cotidianas y también en el avance científico en diversas áreas, como la medicina y la educación; desafortunadamente, la otra moneda es el entretenimiento y las aplicaciones que traen consigo.

Si bien son divertidas y accesibles, nuestro uso desmedido y, quizás, irresponsable, hacen que Bradbury haya hecho hasta lo que podría llamarse una predicción: aplicaciones como Twitter, Facebook, Instagram, por nombrar algunas, nos muestran encabezados de noticias que creemos reales pero que no verificamos sus fuentes por leer únicamente el encabezado. La atención interminable ante lo más actualizado, ya sea un video, un meme, una foto en Tulum de un conocido o la nueva adquisición de la Apple Store de otro amigo desvían nuestra mirada hacia lo que quizás no llegue a ser prohibido, aunque sí olvidado: los libros. Un libro no nos llega a satisfacer de inmediato puesto que toma mucho tiempo y comprensión; una aplicación, por el contrario, lo hace rápido y de muchas maneras, y hay muchas más de ellas en nuestros smartphones, computadoras e incluso televisiones. 

Este libro no nos llama a quemar nuestros celulares y tomar un libro, no; Fahrenheti 451 nos llama a observar nuestro alrededor y darnos cuenta de la irresponsabilidad con la cual llegamos a realizar nuestras actividades, en este caso prohibir los libros por diversión desmedida, y sobre todo si ésta está alentada por los superiores con el fin de ejecutar actos en beneficio propio y no de la sociedad. Además de lo ya mencionado, otra razón por la cual te recomiendo leerla es, si te gusta la adrenalina, considero que esta novela te hará sentir en apuros tanto como el mismo protagonista, de la empatía hacia algunos personajes que te harán mirar el techo por unos minutos para reflexionar sobre sus diálogos, y ya ni hablar de tecnología y ciencia ficción, lo cual es un deleite adictivo hacia el libro, muy a la manera de Bradbury: siempre escrito con mucha pasión.

Literatura y distopía, una visión más cercana a nuestra actualidad: Fahrenheit 451
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