Generalmente, se tiene la idea de que la literatura sólo se basa sólo en la mera imaginación de sus autores, siendo que, en realidad, a pesar de ser ficticias en su mayoría, muchas de esas obras tienen como cimientos hechos de la vida cotidiana o que han trascendido en la historia, convirtiéndolos en increíbles narraciones que nos atrapan en cuanto comenzamos a hojearlas. Ésta, de manera brillante, ha abordado temas o problemas que vuelan el imaginativo, se realizan críticas de dichas situaciones o, incluso, ambas, que van de la mano en una misma obra.
El libro “La Tienda de los Suicidas”, del escritor francés Jean Teulé y lanzado en el año del 2006, narra la historia de una familia que se dedica al comercio de objetos y herramientas para aquellas personas que deciden ponerles fin a sus vidas, en un mundo lúgubre donde el acto del suicidio es tomado como una actividad más, sin que la sociedad llegue a inmutarse o a preocuparse por ello. Todo marcha bien en la tienda, hasta el nacimiento del más pequeño integrante de la familia, Alan, quien desde pequeño ha mostrado ser diferente a los demás: sonríe y ríe ante los demás, algo muy raro para la gente. Es la llegada de este miembro que hará que las cosas cambien de forma radical, no sólo para su familia sino para el resto de la población de la ciudad. Este libro tiene una adaptación animada homónima lanzada en el 2012.
Un libro poco leído pero increíble por su desarrollo. ¿Te interesa? Deja te hablo un poco más de esta obra que sin duda debes leer, sobre todo ante el inicio de un nuevo año con una mentalidad distinta.
Un futuro en decadente tristeza
La historia se desarrolla en una urbanización pre-apocalítica llamada “La Ciudad de las Religiones Olvidadas”, localizada en un futuro con una sociedad deprimida, abatida por las circunstancias, encontrando como único consuelo la “salida fácil”. La Familia Tuvache, desde hace décadas, ha aprovechado este problema para vender los instrumentos necesarios para que los clientes logren su cometido, obteniendo excelentes ganancias por ello.
El pesimismo, la tristeza y la indiferencia son las características propias de ese ambiente, algo considerado de lo más normal, donde los individuos no saben lidiar con sus propios conflictos: desde los problemas más mínimos, como un celular, hasta los más dolorosos, como la pérdida de un ser querido; se sienten afligidos por aquellos que los aquejan globalmente, en este caso, el calentamiento global y los constantes enfrentamientos armados. Es a raíz de esto que nace una enfermedad que pareciera casi transmitida por un virus y ocasionara una pandemia de grandes magnitudes en todo el mundo: la depresión, y ante tal demonio y sin conseguir ayuda u opción alguna, no queda más de otra que desaparecer del plano terrenal.
Con un toque de humor negro, el autor hace alusión a distintos personajes o artistas de la cultura popular que llegaron a cometer un acto de suicidio, como, por ejemplo, los nombres de los hijos de la Familia Tuvache: Vicent (Vincent Van Gogh), Marilyn (Marilyn Monroe) y Alan (Alan Turing). Además, el nombre de la ciudad, “La Ciudad de las Religiones Pérdidas” refiriéndose a la pérdida de la fe por sus creyentes. Por si fuera poco, existe una discoteca llamada Kurt Cobain, lo cual me pareció uno de los aspectos más graciosos y una excelente referencia del suicidio de uno de los artistas más reconocidos en la música.
El maravilloso acto de vivir
Incluso en las tinieblas más oscuras siempre aparece un rayo de luz, y Alan es ese rayo luminiscente. Considerado como raro y como una desgracia de la familia al ser diferente del resto: Alan es un chico risueño y optimista, con la que ve siempre el vaso medio lleno, todo lo contrario a lo que su familia es. Es con sus travesuras que comienza su misión: devolver la alegría de vivir en una ciudad repleta de deprimidos y suicidas. Estropear las herramientas de la tienda, impedir la muerte de algunos clientes, halagar los atributos de sus hermanos, inclusive, cambiar el rumbo de la tienda familiar, todo eso con la recompensa de las sonrisas de a quienes interviene.
Alan, a través de sus juegos y diálogos, nos recuerda que a pesar de las dificultades que principalmente tiene uno como individuo, siempre hay una cualidad increíble que no vemos en nosotros, una solución que no veíamos entre tanto caos o un detalle por el cual querer seguir respirando en esta tierra. Es la ejemplificación de una palabra que poco a poco va desapareciendo de nuestro vocabulario actualmente: esperanza. La vida en sí puede resultar caótica y sin alternativa alguna más que desaparecer; sin embargo, más allá de lo que parece como la salida, hay otras razones que nos hacen desear seguir viviendo, y eso es lo que nos demuestra el carismático Alan.
El autor, con ese humor negro sin exceptuar la seriedad del asunto, toma como tema central las problemáticas de la depresión, la enfermedad contemporánea, y el suicidio, el problema social más callado; el rumbo de una sociedad deprimida, donde al parecer los aspectos negativos superan a aquellas por las comúnmente aún consideramos importantes para vivir, perdiendo toda habilidad de resiliencia y sensibilidad por la humanidad misma. Problemas y preocupaciones actuales representados por los personajes de la novela, pero también las cualidades que distinguen al ser humano, como su capacidad de cambio y fortaleza, he de allí la llamada para mirarnos a nosotros mismos y a nuestro alrededor y reconsiderar las cosas buenas por sobre las que nos suelen quitar energía.
Este es un libro bastante divertido y fácil de leer, que con su narrativa nos induce a reflexionar acerca de esta situación actual que aqueja a la sociedad, así como de prevenirnos de un posible futuro que cada vez más se acerca de manera silenciosa, al mismo tiempo que nos saca una que otra risa.
Recuerda, el túnel será oscuro, pero al final siempre habrá una luz y esa será la salida. Feliz Año Nuevo les deseo a todos.