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Wall-E, más allá de una película animada: la advertencia de un futuro diferente

Más allá de una fantástica película animada de ciencia ficción, Wall-E nos trae, a través de una maravillosa e increíble historia, la conmoción y la reflexión de una distopía cada vez más cercana para la humanidad

Las problemáticas sociales, políticas, económicas, ambientales o de cualquier otra índole están a la orden del día, en cualquier lugar, cualquiera puede verse involucrado o afectado directa o indirectamente, y, por si no fuera poco, también tienden a ser tema de debate y punto de partida para que la sociedad se una o, por el contrario, se divida en distintos bandos, según sus opiniones.

Dichos conflictos han sido una gran referencia para el cine desde hace mucho tiempo atrás, siendo éstos plasmados a través de largometrajes, documentales o la versión corta de ambas, puesto que, además de obtener excelentes historias de ellos para la composición de un guion, es un medio idóneo por el cual se denuncian transgresiones o se transmite el activismo de sus participantes al espectador para que, a final de cuentas, pueda tener conocimiento de un suceso que ignoraba hasta ese entonces y pueda adquirir una opinión al respecto, sin llegar a radicalizarla o perjudicar a alguien.

El cine animado no ha sido la excepción, a pesar de ser considerado como un género exclusivo para niños, puesto que, a pesar de sacarnos risas y hacernos recordar con un poco de nostalgia nuestra niñez, no deja de ser un espacio con mayor oportunidad de expresar temas más complejos o con un contenido más trascendental mediante una extensa diversidad de técnicas artísticas combinadas con una buena dosis de creatividad e imaginación, por ejemplo, obras como Anomalisa (2015) o la Princesa Mononoke (1997). Disney, al ser uno de los más grandes estudios de animación (probablemente el más grande), ha sabido cómo desarrollar extraordinarias historias al abarcar problemas de interés social, y no nos debe sorprender que provengan del exitoso Studio Pixar, y mucho menos que hayan ganado el tan apreciado premio Óscar, en especial una de ellas: Wall-E.

Wall-e, película animada estrenada en el año de 2008, nos transporta hacia un futuro (quizás no tan lejano) donde la Tierra se encuentra despoblada y totalmente llena de basura, sin rastro alguno de vida biológica presente, excepto la de una cucaracha aparentemente inmortal, y de su pequeño amigo robot, de nombre Wall-e, el cual tiene como labor programada la de limpiar el planeta mientras los humanos, al haber embarcado cruceros espaciales y ser enviados más allá de la atmósfera, se hayan ausentes. Aunque Wall-e no deja de limpiar al hacer cubos de residuos con su propia estructura, con el tiempo se ha vuelto independiente de su propia programación, desarrollando pensamiento propio, así como emociones y sentimientos, todo ello reflejado en su pasatiempo de coleccionar baratijas, cuando aplasta a su amiga cucaracha y ante la llegada de Eva, una robot de última tecnología de la cual llega a enamorarse y junto con la que llega a salvar el planeta.

Si bien, en la sinopsis anterior pareciera que se habla de otra película más con una trama ya conocida y un final feliz (muy común entre las cintas animadas populares) en el transcurso de la película van apareciendo más elementos que la hacen conocida no sólo en su género, sino también en el cine y en el estudio de las ciencias sociales, naturales e incluso exactas. A continuación, de manera breve, se verán detalles de estos puntos.

Manipulación masiva y consumismo

Pareciera que George Orwell y Zigmunt Bauman, junto con otros sociólogos contemporáneos, se hubiesen reunido con los creadores de la cinta, y juntos escribieron el guion, ya que, desde el comienzo del filme, las escenas van encajando como un futuro distópico, donde un hombre que llegó a la presidencia convirtió a todo el mundo en una empresa gigante (“Buy & Large”) gracias a la expansión de su ideología a través de los medios de comunicación (pantallas, hologramas), llegó a inculcar a sus habitantes una vida de constante compra compulsiva de cualquier novedad y sin remordimiento, es decir, consumista, teniendo como consecuencia una preocupación mínima por el ambiente que los rodea, transformando a éste en un completo basurero inhabitable. Un claro ejemplo de cómo utilizar la manipulación de masas con fines concretos, en este caso, el consumismo de los individuos.

De ser humano a ser un completo inútil

A medida que avanza la película, vemos cómo han cambiado drásticamente los humanos que sucedieron a aquellos que abandonaron el planeta: gordos e inútiles hasta para las tareas más sencillas, como caminar, al punto de verse obligados trasladarse sobre algún tipo de silla voladora (bastante cómoda, al parecer). El ser humano se tornó en un ser obsoleto, dejando mínimo rastro de lo que alguna vez llegó a evolucionar e identificarse como tal, dependiendo completamente de las máquinas dentro de cualquier aspecto y para realizar actividad alguna de su cotidianeidad y de su vida misma; por la misma vía, todos los insumos básicos se volvieron demasiado prácticos, tan compactos debido a la rapidez y facilidad con la que se debe vivir el día a día, por esa misma razón comenzaron a colocar los alimentos en vasos para beberlos. El humano prefirió deformar su posterior etapa de evolución a una degenerativa donde la comodidad y las prisas son prioridad. Será que, ¿debemos tomarlo como un buen consejo todos nosotros?

El deterioro continuo del medio ambiente

Como se mencionó previamente, el consumismo llevó consigo otro problema de la mano: la contaminación. No es novedad escuchar hoy en día conceptos como “basura”, “contaminación” o “calentamiento global” y fue una problemática actual que se plasmó con claridad hasta un supuesto casi apocalíptico.

Los habitantes de la Tierra, como resultado de su consumo masivo, se olvidaron del daño colateral que esto ocasionaba, acumulando, por una parte, residuos inconmensurablemente, y por el otro, la explotación continua y desmesurada de los recursos naturales, acabando con la posibilidad de volver a habitar el planeta, y por ende, se vieron obligados a salir de él. Lo cierto es que, aunque suene un poco repetitivo, nos muestra un posible futuro en el dado caso que continuemos ignorando los daños que ocasionamos al medio ambiente sin tomar la decisión de cambiar la manera de actuar de todos los pobladores de este mundo, y no sólo evitando tirar basura o tratando de comprar lo necesario, sino en otros aspectos poco mencionados o conocidos, tales como por ejemplo la urbanización acelerada y desorganizada de las ciudades u otras poblaciones.

Inteligencia Artificial y el avance tecnológico

Robots por aquí, robots por allá: por todas partes la tecnología se encuentra presente. Este punto se divide en dos partes: la evolución de la Inteligencia Artificial, más allá de una mera máquina de tareas y servicios; y, por otra, la dependencia del ser humano del progreso tecnológico. En las naves espaciales, donde los humanos eran atendidos en su totalidad por Inteligencia Artificial, a la llegada de Wall-e, los robots comenzaron a cambiar poco a poco su programación, desarrollando, al igual que Wall-e, consciencia, emociones y sentimientos; gracias a ésto es que, posteriormente, se rebelaron de aquellas máquinas no independizadas, finalmente creando un lazo de amistad con las personas. Al igual que en “Blade Runner”, surge en esta otra increíble película de ciencia ficción una de las cuestiones más debatidas: ¿podrán llegar a ser la imagen del hombre? ¿Tener la capacidad de soñar, pensar, sentir?

En esa parte de la cinta, los robots, al ser una gran ayuda al cumplir con las tareas encomendadas por el hombre, lo siguen siendo aún al desarrollar consciencia propia, sin embargo, con el poder de discernir entre aquello que es correcto y aquello que no lo es; al parecer y partiendo de ese argumento, pudieron reconocer que el propósito de las personas, de regresar a la Tierra y poblarla de nueva cuenta, era una posibilidad de ser considerados como personas, al igual que ellos. En la realidad, es un destino que, en definitiva, desconocemos, desde luego porque hasta la fecha los ingenieros y programadores, aún con los grandes avances que han logrado, no han creado los suficientes prototipos para abastecer a toda la población, y menos, con el nivel innovación que vemos en la animación.

Ahora, por otro lado, retomando la dependencia de los humanos ante las novedades tecnológicas, considero que es una cuestión que abunda a lo largo de toda la cinta: conforme al paso de la historia, la tecnología ha sido un increíble instrumento que nos ha brindado la posibilidad de facilitar tareas bastante difíciles o que consumían muchísimo de nuestro tiempo; sin embargo, en las últimas décadas, la tecnología nos fue superando poco a poco, ofreciéndonos productos que, más que necesarios, comenzaron a ser lujos, que desde luego son innecesarios, son por el contrario, una necesidad para nosotros, con el fin de mantenernos al día con lo más nuevo en todo y sentirnos completos, para posteriormente, repetir el ciclo. Celulares que pasaron a ser Smartphones, televisiones en grandes pantallas, casetes a plataformas de música: tenemos que renovarnos constantemente, y nos gusta, porque nos entretiene y es muy cómodo lo que nos concede. Esas personas gorditas, sin duda, podrían ser nuestro propio reflejo en un futuro quizás próximo.

Como puede verse a través de este texto, Wall-e es una de las mejores películas que nos ha podido ofrecer no sólo el mundo animado, sino también el de la ciencia ficción, donde no sólo apreciamos una historia increíble con personajes fantásticos y algunos odiosos: observamos un futuro distópico, reflejo de nuestra actualidad que, de continuar así con nuestros hábitos como lo hacemos ahora, podríamos terminar de la misma manera que los personajes.

Wall-E, más allá de una película animada: la advertencia de un futuro diferente
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