Arte

Mujeres en el arte: 10 cuadros icónicos pintados por mujeres

Te compartimos una lista de pinturas hechas por mujeres que vale la pena conocer y recordar.

Seas o no conocedor del arte, hay nombres que seguramente has escuchado alguna vez en tu vida por su gran influencia y aportes culturales como Van Gogh, Picasso, da Vinci o Dalí. Al igual que obras como “La Mona Lisa, “La Noche Estrellada” o “La Última Cena” que se convirtieron en parte de la cultura popular debido a sus miles de referencias, homenajes y tributos en las aulas, el cine, la televisión e incluso la moda.

Sin embargo, esa es solo una parte de la larga lista de obras cuya técnica y trasfondo han revolucionado el arte y dejado huella en la cultura, pese a no ser tan populares entre el público general como las ya mencionadas. Sobre todo cuando se trata del arte de mujeres artistas, quienes por mucho tiempo fueron mayormente reconocidas como las musas y no como las creadoras del arte, rezagándolas de esa forma en las sombras de sus colegas masculinos.

A continuación, les compartimos una lista de obras hechas por mujeres que vale la pena conocer y recordar.

Autorretrato en el Bugatti verde (Tamara de Lempicka, 1929)

Esta pintura de óleo de estilo art déco es la obra más popular de la pintora polaca, cuyas obras influenciadas por el cubismo y la simetría corporal causaron impacto durante los años 20’s. Este autorretrato es una de las obras más representativas de la autora al reflejar la libertad femenina en una época de tabúes y conservadurismo hacia la mujer, representándose a sí misma como una figura femenina independiente, sensual y despreocupada manejando un auto y usando labial rojo. Una imagen que contrarresta y se rebela contra la idea de la mujer modosa y sumisa que promovían los medios de comunicación durante el siglo XX.

La verbena (Maruja Mallo, 1927)

Esta obra surrealista de óleo sobre lienzo de la artista española Maruja Mallo retrata a la sociedad madrileña como un carnaval colorido y alegre de música, feria   y cultura, en donde se reflejan los cambios sociales y culturales que atravesaba España en aquel entonces al combinar distintas formas y realidades por medio de los personajes en donde al igual que el resto de sus obras, predomina el estilo fantástico y el realismo mágico, creando un estilo moderno y vanguardista que la convertirían en una de las mayores referentes del surrealismo español.

Montañas y Mar (Helen Frankenthaler, 1952)

Pionera en la técnica del manchado conocido como “soak-stain” que consiste en diluir la pintura con trementina o queroseno, dejándola fluir por el lienzo para crear formas abstractas a base de una paleta de colores en las que principalmente se plasman paisajes de la naturaleza que tramiten una sensación de paz y relajación a través de su delicadeza y sencillez. Siendo esta obra una de las pinturas más representativas de la técnica de la cual Helen dijo: “Uno debe saber cómo aprovecharse de los accidentes, cómo reconocerlos, cómo controlarlos, y debe encontrar modos de eliminarlos para que toda la superficie aparezca como nacida a la misma vez”.

Jimson Weed/White Flower No. 1 (Georgia O’Keeffe, 1932)

Obra creada por una de las pintoras estadounidenses más reconocidas del siglo XX, a quien se le otorgó el mérito por la técnica de la abstracción y se convirtió en una de las pintoras más cotizadas con esta obra de simpleza encantadora que muestra una flor blanca en perspectiva frontal cuya simetría y colores convierten esta pintura, inspirada en la forma y fauna de Nuevo México, en una de las obras más cotizadas de Estados Unidos. Su objetivo, según las palabras de Georgia, es que los espectadores se detengan a observar una flor entre el caos de la vida ajetreada: “Pintaré lo que veo, lo que la flor es para mí, pero lo pintaré en grande y se sorprenderán al tomarse el tiempo para mirarlo; haré que incluso los ocupados neoyorquinos se tomen el tiempo para ver lo que yo veo de las flores”.

Picasso’s Studio (Faith Ringgold, 1991)

Obra que critica la apropiación cultural y la deuda de Picasso con la comunidad africana, plasmando la imagen de una mujer negra posando para el famoso pintor que representa la cultura afroamericana como la verdadera musa de técnicas como el cubismo, cuya inspiración proviene de las máscaras afroamericanas ancestrales que simbolizaban la conexión con los dioses y los espíritus. Una obra con crítica social hacia la invisibilidad de los orígenes africanos en el arte, reflejando el activismo y el toque de incomodidad en su reflexión característico de las obras de Faith Ringgold.

Judit decapitando a Holofernes (Artemisia Gentileschi, 1612)

Un cuadro sobre venganza e ira alrededor de la violencia contra la mujer en donde la pintora refleja su intensa fantasía de venganza hacia su profesor de arte, quien abusó sexualmente de ella a los 18 años y fue encarcelado por tan solo dos meses. Gentileschi, quien fue conocida por plasmar realismo e incomodidad en el acoso y abuso del hombre hacia la mujer, pintó esta obra inspirada en la historia de la decapitación del general asirio Holofernes a mano de la israelita Judit, quien lo emborrachó y asesinó estando dormido.

Esta representación tuvo su versión más famosa hecha por Caravaggio en 1599, sin embargo, la obra de Gentileschi se distingue por su crudeza explícita en donde recrea la sangre con una textura más realista y abundante, así como el lenguaje corporal violento de Judit, dando como resultado una representación más personal de venganza y rencor contra la violencia machista.

La creación de las aves (Remedios Varo, 1957)

Una de las obras más reconocidas de la pintora surrealista española Remedios Varo, la cual es una representación de su imagen y sus pensamientos sobre lo que significa crear arte, esto plasmado mediante el personaje de una lechuza antropomorfa en su escritorio, rodeado de un ambiente fantástico en el que predomina la luminosidad del verde y los tonos marrones y anaranjados que crean un ambiente místico, mientras su personaje le da vida a los pájaros con su pincel para eventualmente liberarlos por su ventana. Esto como un simbolismo de la creación del arte y su libertad para trascender el tiempo y espacio una vez que es presentado ante el mundo.

​Las dos Fridas (Frida Kahlo, 1939)

Una de las pintoras más populares y controversiales de la historia del arte fue, sin duda, Frida Khalo, cuya vida artística y personal ha fascinado a personas de todo el mundo por su caótico e interesante trasfondo. Es por ello que, está obra en particular, es una de las más personales y representativas del arte de Frida, al ser un autorretrato sobre la dualidad de sus dos lados coexistiendo simultáneamente dentro de ella, plasmados como dos versiones suyas, la Frida casada usando un vestido colorido tradicional mexicano y la Frida soltera, usando un vestido blanco elegante de corte europeo. Retratando mediante las nubes grises y la arteria rota del corazón el sufrimiento que ha experimentado a lo largo de su vida, incluyendo el duelo de su divorcio con el pintor Diego Rivera y sus tres abortos.

La comida de Lord Candlestick (Leonora Carrington, 1938)

Una crítica hacia la aristocracia y su indolencia hacia las desgracias y el sufrimiento ajeno, representado a través de una obra surrealista en donde aparecen seres femeninos disfrutando de un banquete excéntrico conformado por restos de animales extraños y bebés. Se puede decir que está pintura retrató la perspectiva de Leonora hacia su familia de clase alta, a la que despreciaba y la hacía sentir atrapada en medio de la falsedad, represión y frivolidad de su entorno. Por lo que logra encontrar en el arte la oportunidad de escapar de sus tormentos personales y crear su propio universo interno a través de pinturas guiadas por la fantasía y el simbolismo, cuya trasparencia y crudeza la diferenciaron del resto de los pintores surrealistas de la época, dándole un estilo propio y característico que la convertirían en una artista renombrada.

Tertulia (Ángeles Santos, 1929)

Al igual que el autorretrato de Tamara de Lempicka, esta artista española retrata la imagen femenina con la libertad de su privacidad, en una época en donde la imagen de la mujer liberal era juzgada de inmoral. Tenía tan solo 18 años cuando pintó esta obra de la mujer moderna, en donde un grupo de mujeres de expresión amarga se sientan a pasar el rato leyendo y fumando en una pequeña habitación que funciona como un símbolo del espacio reducido de libertad, donde las mujeres conviven con otras mujeres sin la presión de los modales y el decoro que les exige la sociedad en el exterior.

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