Arte

La faceta artística de Adolf Hitler 

¿Qué habría pasado si Adolf Hitler hubiera sido artista?

Cuando pensamos en un apasionado del arte con gusto por los paisajes naturales, familias felices, colores primaverales y amor por los animales definitivamente la imagen de alguien que ocasionó muerte, dolor y destrucción en toda una nación no es algo que pueda pasarnos por la cabeza. Sorpresivamente, ambos lados por opuestos que parezcan formaron parte importante de la vida de uno de los dictadores más crueles de la historia: Adolf Hitler.

Hofbräuhaus, Munich.

Durante su niñez Adolf nunca mostró interés por la escuela, por lo que durante las clases prefería ensimismarse en su pasión por el dibujo y la literatura. Tan fuerte era su gusto por el arte y su desinterés por la escuela que tras la muerte de su padre Alois Hitler, quien desaprobaba su lado artístico, descuidó cada vez más sus notas aprobando solo la asignatura de dibujo, por lo que finalmente decidió abandonar la escuela a la edad de 16 años, con el objetivo de posteriormente presentar la prueba de admisión en La Academia de Bellas Artes de Viena y dedicarse a la pintura con el dinero que le heredó su padre a su familia. No sin antes pasar un par de años de ocio dedicándose a pintar, leer y acudir a la ópera. 

Viejo edificio entre árboles, 1909.

Fue entonces que a los 18 años y confiado de poseer un talento especial, viajó a Viena para presentar el examen en Bellas Artes. Sin embargo, la realidad lo golpeó cuando sus examinadores lo rechazaron al considerarlo mediocre y no apto para formar parte de la prestigiosa escuela, comentándole a Adolf que en sus cuadros no reflejaba habilidades para el dibujo, pero sí para la arquitectura. 

Pintura “Madre Maria con el Santo Niño Jesucristo”.

Frustrado y decepcionado, Adolf regresó a casa encontrando a su madre gravemente enferma, quien murió ese mismo año de cáncer de mama. Pese a ser un año oscuro para Adolf en el que perdió a su madre y fue rechazado de su más grande aspiración, no desistió de su objetivo de entrar a la academia de arte y, un año más tarde, regresó a Viena para volver a intentar obtener su admisión mientras se hospedaba con su único e íntimo amigo, August Kubizek, rentando un cuarto en donde apenas tenía para sobrevivir. 

Patio del Alter Hof Munich, 1914.

En Viena se encontraba el lugar de los sueños de Hitler, pero también fue el lugar clave que convirtió a Hitler en el dictador que conocemos debido a la influencia del racismo nacionalista promovido por los políticos Georg Ritter von Schönerer y Karl Lüger, quienes le ayudaron a desarrollar una ideología política antisemitista que impulsó el repudio que ya tenía contra los indigentes, la raza impura y los judíos que vivían ahí. 

Dibujo de Hitler hecho por encargo de un cliente.

Sin embargo, su motivación principal seguía siendo la pintura, por lo que unos meses después Hitler intentó de nuevo presentarse a la admisión de Bellas Artes en donde fue rechazado por segunda ocasión, esta vez, sin haber tenido si quiera la oportunidad de tomar el examen de admisión. 

La Casa Del Molino De Herman, 1912.

A la edad de 20 años tras ser rechazado por segunda vez y quedarse sin dinero para sobrevivir, se convirtió en indigente. Viéndose en la necesidad de mendigar, hacer trabajos casuales de limpieza y cargamento, hasta dormir en la calle y acudir a refugios en los que compartía techo con aquellos a los que despreciaba, los indigentes. 

Palacio Belvedere, Viena, 1910.

Así fue hasta que conoció a un antiguo criado, quien vio una oportunidad de negocios y le ofreció colaborar vendiendo postales y cuadros que Adolf pintaría y él distribuiría, los cuales curiosamente eran comprados en su mayor parte por judíos burgueses. Así es como consiguió dinero suficiente para mantenerse hasta que decidió desligarse de su colaboración y vender sus pinturas por propia su cuenta. Mientras tanto, comenzó a desarrollar un interés por participar en debates políticos en los cuales dejaba a todos fascinados con su habilidad como orador y su poder de convicción. Lo que lo llevó a involucrarse más en la política y posteriormente lo motivaría a enlistarse como soldado durante la Primera Guerra Mundial en 1914. 

Iglesia de S. Carlos Viena, 1912.

Siendo parte del ejército alemán en el que fue honrado por sus servicios, Hitler retomó su pasión por dibujar en sus tiempos libres. Sin embargo, sus nuevos dibujos ya no eran pinturas cálidas y empeñadas, eran desastres artísticos que reflejaba las ruinas de la guerra y su antisemitismo en ilustraciones vagas y descoloridas. 

Campo de batalla con tanques, 1916.

Su odio contra los judíos se reforzó luego de la derrota de Alemania, lo cual fue la gota que derramó el vaso de su antisemitismo, al considerar a los judíos culpables de la derrota del país. La imagen decadente de Alemania después de la guerra terminó detonando la ira de Hitler contra el pueblo judío y los marxistas. Siendo esta derrota lo que lo convertiría en la intimidante figura que todos conocemos. 

Caricatura hecha para el periódico.

Así fue como este veterano lleno de rencor recurrió nuevamente a sus habilidades de oratoria para dar discursos de odio que lo llevaría a fundar el partido nazi en 1920, trece años después en 1933 lograría a ser nombrado canciller por el entonces presidente de Alemania Paul von Hindenburg. Y, finalmente, en 1934 tras la muerte del ex presidente, Adolf Hitler es nombrado Führer (líder supremo) de Alemania. El resto es historia. 

Iglesia de Ardoye, Flandes, 1917.

Durante su gobierno, Hitler dejó la pintura, pero aprovecho su posición de poder para coleccionar más de 4,000 piezas de arte y promover en el pueblo solo el arte de su gusto, cuyas obras representaban sus ideales tradicionales de sociedades arias perfectas, mientras aborrecía y prohibía el arte que consideraba “arte degenerado” en el que se incluían las obras de pintura abstracta, cubismo, arte moderno, surrealista, expresionista entre otros que involucraban las obras de autores como Pablo Picasso y Van Gogh. Muchas de estas obras fueron retiradas de los museos y otra parte fue exhibida pobremente en un instituto arqueológico, cuyo objetivo era denigrarlas y exponerlas como obras demenciales y sucias. 

Nido de Ratas (barrio pobre en Viena).

Las obras hechas por Hitler que lograron rescatarse pasaron a museos y subastas en donde su valor aumentó considerablemente. En 2014, un coleccionista de Oriente pagó 130,000 euros por una acuarela pintada por el führer. Y, por otro lado, una casa de subastas alemana vendió 14 acuarelas y dibujos originales de Hitler pintados entre 1904 y 1922, recaudando alrededor de 400,000 euros por las piezas. Entre ellos la acuarela del castillo Neuschwanstein que se vendió por 100,000 euros. 

Autorretrato de Hitler, 1926.

Así como este curioso dibujo de personajes de Disney firmado por Hitler que fue adquirido por un museo de la Segunda Guerra Mundial por 300 dólares. 

Dibujo de personajes de Disney.

Una de las grandes incógnitas es ¿el destino de millones de personas habría sido diferente de haber cumplido su sueño de ser artista? Si lo vemos desde una perspectiva optimista podríamos imaginar una realidad en donde Hitler tiene una vida satisfecha como artista en la que no recurre a la política para distraerse y desahogar su frustración causada por el rechazo y el odio. Sin embargo, existe la alternativa más realista en donde tenemos en consideración las bajas probabilidades de que pudiera haber tenido éxito como pintor debido a falta de creatividad artística, lo que lo habría llevado nuevamente a la frustración que tarde o temprano lo encaminaría a la política guiado por su ideología. 

Casa en el lago con montañas, 1910.

La idea inicial de Hitler era arreglar Alemania para poder continuar con su vida artística, por lo que haberse convertido en político realmente nunca estuvo en sus intereses principales. Antes de la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Hitler le confesó al embajador británico Nevile Henderson “Yo soy artista y no político. Una vez que se resuelva la cuestión polaca, quiero terminar mi vida como artista”.

Ópera Estatal de Viena, 1912.

Por desgracia, quien alguna vez fue alguien con el único sueño de estudiar arte, se convirtió en uno de los políticos más temidos de la historia, cuyo nombre más que asociarlo con un apasionado al arte, quedó inmortalizado como el retrato de la bajeza y crueldad de las guerras y la humanidad.

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La faceta artística de Adolf Hitler 
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