Todos hemos escuchado alguna vez sobre aquel monstruo enorme de piel verdosa, cabeza deforme y apariencia mórbida que ha sido homenajeado y parodiado en múltiples ocasiones dentro del cine y la televisión, las cuales por lo general tenían como objetivo causar gracia o miedo por su extraña apariencia. Dejando a un lado sus dilemas morales, sus crisis existenciales, su sensibilidad por la vida y su gran elocuencia al expresarse.
Entre las adaptaciones del cine se destaca la película de 1931 dirigida por James Whale, con las actuaciones de Boris Karloff como el monstruo de Frankenstein y a Colin Clive como Henry Frankenstein, quien interpretaría a Victor Frankenstein cambiando su nombre a Henry. La cual es considerada la mejor adaptación hasta el momento.
La historia de Frankenstein o El Moderno Prometeo escrito por la joven Mary Shelley y publicado en 1818 explora los dilemas del ser humano, su fe en Dios, la muerte, el existencialismo y la duda sobre nuestra naturaleza. ¿Nacemos buenos y la sociedad nos corrompe o nacemos malos y decidimos ser buenos? ¿La venganza es justificable? ¿Existen los monstruos o nosotros los creamos? Además de la responsabilidad con nuestras creaciones y actos que perjudican a terceros, la ira, el rencor, el orgullo y la injusticia. Una obra filosófica, conmovedora y triste sobre la crueldad del mundo, así como su belleza y complejidad. Es por ello que decidí hacer un pequeño análisis sobre algunos de los puntos más importantes de este gran clásico de la literatura de horror.
Responsabilidad
El tema principal y el detonante de los eventos trágicos en la historia es la responsabilidad y la falta de ella a través de la actitud que Victor Frankenstein toma al momento de crear a un ser del que huye horrorizado dejándolo a su suerte sin guía ni enseñanzas sobre la vida, desligándose de su compromiso por completo mientras su creación intenta aprender por su cuenta como un bebé recién nacido en medio de una sociedad corrompida. Algo que va de la mano con su orgullo inquebrantable y su refugio en la búsqueda de la palabra de Dios ignorando las necesidades y opiniones de su creación, culpándolo y eliminando todo rastro de empatía que llega a cruzar dentro de él. De ese modo, al juzgarlo como un ser malévolo y despiadado, logra apaciguar su propia culpa en su intento de hacer un bien y remediar su error sin afrontarlo correctamente. Algo que a la larga le cobra factura con aquellos a los que ama y con él mismo.
Es entonces que, a través de la creación del monstruo, quien además no posee un nombre, nos muestra la importancia de la responsabilidad de la sociedad con sus creaciones, ya sea con nuestros actos y sus consecuencias o con los seres vivos a los que traemos a la vida. Ya que, si bien hay situaciones que escapan de nuestras manos, el compromiso, la educación y la comprensión son indispensables para todo aquello que está bajo nuestra responsabilidad y su impacto en la sociedad.
El bien y el mal
Desde que el ser es creado tanto el responsable de hacerlo como el resto de la sociedad lo juzga basándose en su apariencia, a pesar de que sus intenciones eran puras y ajenas a la maldad del ser humano. Es entonces cuando herido por los malos tratos surge en él el sentimiento de venganza y rencor al percatarse de lo mal agradecida y cruel de la sociedad, aún en aquellos a los que consideraba bondadosos. A partir de entonces comienza a tratar a los demás en respuesta a su trato de ellos hacia él, jurando haber sido un ser virtuoso sin maldad hasta conocer al hombre. Es aquí donde se crea un dilema, ¿La búsqueda de la venganza lo hace realmente malo o es realmente bueno si su ética está condicionada a la de los demás?
Demostrando así otras cualidades humanas en el ser monstruoso, los impulsos y el rencor. Un ser que pese a sentir culpa por sus crímenes, es consciente de la inocencia de sus víctimas, justifica sus acciones en nombre de la justicia al igual que su creador. Desarrollando cualidades y sentimientos propios del ser humano conforme aprende de él, tanto la nobleza y la culpa como el resentimiento y la ira. Todo esto reflejado a través del diálogo entre la criatura y su creador al narrar sus desventuras buscando comprensión, un acto que termina siendo en vano debido a la terquedad de Victor y la falta de empatía hacia su propia creación.
Es entonces que, durante la historia, nos muestra la postura firme de ambas partes, quienes desde su punto de vista creen hacer lo correcto a través de la venganza. Poniendo en duda al lector si esto en realidad puede tener motivos nobles o justos, dejándonos ver cómo la falta de entendimiento y confianza para llegar a un acuerdo mutuo de paz termina arruinando sus vidas y las de los demás.
La soledad
No hay peor sensación que la soledad, no la soledad superficial sin gente al rededor, sino aquella soledad que excluye del mundo y de sus placeres a todo aquello diferente a nosotros que por ignorancia tememos. La creación de Frankenstein nos muestra el peor lado de la humanidad desde su experiencia cuando en busca de calor, amor y compañía recibe maltrato y rechazo basándose en su aspecto, aún cuando sus acciones son nobles y sinceras. Siendo escuchado y comprendido solo por un anciano ciego, quien al no poseer los prejuicios de la vista es capaz de escucharlo y tratarlo como un ser vivo merecedor de respeto, cuando ni siquiera los niños, quienes poseen más inocencia, están exentos de los prejuicios con los que crecen dentro de nuestra sociedad.
Consciente de su diferencia con los demás y aceptando que será siempre rechazado por la sociedad del hombre, ruega por una compañera igual a él para huir y sentirse comprendido como única petición para encontrar paz y sentido a su exigencia. Algo común en los seres vivos y nuestra búsqueda natural por seres iguales a nosotros con quienes sentirnos libres de ser quienes somos, comprendidos y amados. Al ser solo los vínculos que creamos lo que le da sentido y alegría a nuestra existencia en un mundo como el nuestro.
Egocentrismo
Uno de los mayores problemas en las relaciones sociales es nuestra incapacidad de escuchar a los demás y comprender diferentes realidades y perspectivas externas a la nuestra. Algo que nos lleva a victimizarnos en conflictos que nosotros mismos hemos creado y ese es uno de los mayores problemas dentro de la brillante pero obstinada mente de Victor, quien mantiene su idea firme de terminar con su creación o morir en el intento, rompiendo el acuerdo que su creación le ofrecía como justicia y piedad desatando una guerra entre ambos que termina en desgracias y más injusticias.
Uno de los mejores atributos del libro es que podemos conocer la perspectiva de cada uno con sus propias palabras, al ser ambos narradores de sus desventuras. Lo que le da la oportunidad a la creación de Victor de que los lectores podamos conocerlo y entenderlo a diferencia de las personas dentro de la historia. Un detalle que hace referencia al derecho de todo individuo a expresarse y tener voz ante el egoísmo de quienes creen tener poder sobre los demás. Así como una muestra de la oposición ante los prejuicios por lo que lucha la desdichada creación de Frankenstein.
La historia de Victor Frankenstein y su creación refleja uno de nuestros peores conflictos como sociedad, pero es también, un vistazo de la belleza de las relaciones humanas y los detalles que conforman nuestra comunicación con los demás. La delicadeza y el asombro por la vida apreciadas de la manera más pura por aquellos quienes más han sufrido y la empatía selectiva basada en la belleza y semejanza dentro de la sociedad. Un libro donde la esperanza y la paz se ven constantemente amenazadas por la crueldad e ignorancia humana relatada a través de reflexiones bellamente narradas como única expresión de belleza dentro del horror y la tristeza que emana de esta historia tan cruel como fascinante.
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