La metaficción, por definición, es una narrativa autorreferencial que, en el caso de la literatura, sería un libro hablando de ficción la literatura misma y entendiéndose a sí mismo como una pieza ficcional. Lo mismo aplica a las películas, aunque, personalmente, podrían dividirse en dos grupos. Películas que tratan sobre el proceso de realización de una película (las que hoy nos conciernen) y películas que se tratan a sí mismas como obras de ficción y aprovechan dicha cualidad para dar un mensaje, jugar con el espectador o experimentar con la narrativa (cosa que se verá en algún artículo futuro).
Hay un montón de películas que hablan sobre el proceso creativo de la realización cinematográfica –o, más fácil, sobre hacer películas. Por ejemplo, películas como Nuovo Cinema Paradiso (1988) hablan sobre la proyección cinematográfica y se referencia constantemente al cine; 8½ (1963) habla sobre un director que tiene un bloqueo artístico y no puede continuar con la realización de su película, Ed Wood (1994) cuenta la historia de este director tan conocido por sus excéntricas películas; ejemplos hay un montón –también pueden incluirse películas que rompan, en algún punto, la cuarta pared, como pueden ser: La montaña sagrada (1973) o Funny Games (1997/2007) –aunque el caso de Funny Games es mucho más complejo. Documentales falsos como The Blair Witch Project (1999) o What do we do in the shadows (2014) también pueden ser ejemplos de Metacine.
Son tantas las películas que hablan sobre la realización cinematográfica y funcionan a modo de autorreflexión por parte del autor y el proceso creativo que conlleva el hacer una película; que no importa cuántas se mencionen, siempre quedarán muchas ideas y recomendaciones en el tintero. A saber, películas como Epidemic (1987), Birdman or (The Unexpected Virtue of Ignorance) (2014), Millennium Actress (2001), Berberian Sound Studio (2012), The Congress (2013), Last Action Hero (1994), Peeping Tom (1960), Inland Empire (2006), Lost Highway (1997), Ulysses’ Gaze (1995) y Mulholland Dr. (2001) tratan, de una u otra forma, al cine en sus películas –sea desde contar el proceso de dirección, hasta mencionar al cine como institución dentro de la narrativa general de la película; o que el hecho de filmar y crear películas sea un eje central en la misma.
5. Tesis (1996) (Alejandro Amenábar)
Quizás “Tesis” sea un ejemplo un poco agarrado de los pelos a la hora de preguntarse por su aparición en esta lista. Técnicamente la película trata sobre hacer cine, pero no del proceso cinematográfico convencional que supone la creación de una película, trata sobre el personaje de la actriz Ana Torrent quien, mientras investigaba para avanzar con su tesis sobre la violencia, se cruza con cintas de cine snuff que, aparentemente, podrían haber sido filmadas por alguien de su universidad.
La película es un thriller de misterio que trata del personaje de Ana Torrent intentando dar con esa persona que filma esa clase de videos. A lo largo de la película llega a verse el proceso de creación de ese tipo de películas, estando las cámaras y las cintas siempre presentes en lo que dura la película.
No solo recomiendo la película por su relación con la creación cinematográfica (aunque excéntrica y fuera de lo común que se esperaría cuando se busca una película de cómo se hace el cine); sino también por los conceptos de voyerismo y violencia que trata; más o menos parecido al morbo que Haneke critica, postula o emplea en Funny Games.
4. Perfect Blue (1997) (Satoshi Kon)
Esta película trata sobre una idol y actriz que, en el proceso de filmación de una película y dudas sobre su retiro; comienza a perder la noción y la diferencia entre realidad y ficción.
Si bien es común ver el proceso creativo detrás de la creación de una película desde el punto de vista del director o del guionista; también es interesante la relación de la actriz no solo con la película sino con su fama y cómo esta le afecta a su vida privada y a su salud mental.
La animación, si bien pueden tenerse algunas salvedades con el diseño de los personajes y debe de tenerse en cuenta la época y el presupuesto; aporta mucho a la delgada brecha entre no solo realidad e ilusión sino también realidad y ficción. Lo mismo hace Kon entre realidad y sueño en Paprika, o en las historias que se cuentan en Millennium Actress.
A diferencia del puesto anterior, en donde vemos una escena muy oscura e ilegal detrás de la realización cinematográfica; en Perfect Blue se explora cómo la carrera como actriz de la protagonista, y las consecuencias de su pasado como cantante idol japonesa, debido al acoso de un fanático y la presión de su entorno terminan afectando a su salud mental.
3. Boogie Nights (1997) (Paul Thomas Anderson)
Boogie Nights trata sobre un joven que es contratado por un magnate realizador de películas pornográficas para formar parte de su staff. Esta película, la cual transcurre hacia finales de los setenta, muestra la realidad que vivía el mundo cuando la industria pornográfica estadounidense estaba en su auge, previo al estallido de la pandemia aun vigente del VIH.
A diferencia de lo que, personalmente, suele repudiarme cuando se trata al porno; esta película no lo ve como “algo bueno”, no lo glorifica, no es grotesca ni morbosa al respecto. Vemos una infinidad de temas distintos a lo largo de las dos horas y media que dura la película, en donde se ven afectados actores, actrices, directores y miembros de la producción tanto por las películas que se filman, las fiestas que se realizan, las drogas, la estigmatización de las personas que trabajan en esas películas, los ascensos y caídas en la fama de las caras visibles de ese tipo de películas.
De más está decir que las actuaciones son excelentes, cosa que no extraña en una película de Paul Thomas Anderson, en donde el cast con actrices y actores de renombre y los muchos personajes a lo largo de toda la película son algo común de ver.
En síntesis, esta película nos muestra el detrás de cámara de esa industria cinematográfica; todo lo que sucedía detrás de la excéntrica vida de esa gente. Un lado que, al principio, parece igual de maravilloso, espectacular y excéntrico como puede verse desde la superficialidad; pero mientras nos adentramos en la película y conocemos a los personajes entendemos que las cosas son muchísimo más oscuras de lo que parecían. El cambio de tono queda marcado con un disparo en un primer plano.
2. Barton Fink (1991) (Joel Coen)
Esta película trata sobre un dramaturgo neoyorkino que es contratado para escribir guiones para películas de Hollywood en los años cuarenta. Lamentablemente sufre bloqueo de escritor, y una serie de interrupciones por parte de varios personajes y situaciones una más bizarra y oscura que la anterior le impide concentrarse en escribir su trabajo.
Barton Fink sí tiene como foco el proceso creativo del autor de la obra, en este caso el guion de la película, y cómo este proceso creativo es afectado por varios factores y se muestra dificultoso en su realización.
Los personajes y las situaciones son tan satíricas y exageradas como cualquier película de los Hermanos Coen, mucho más durante los años noventa. En esta película está muy presente el surrealismo para aportar y representar no solo el bloqueo de escritor que sufre el protagonista; sino también las situaciones oscuras relacionadas a Hollywood que se le presentan.
1. One Cut of the Dead (2017) (Shin’ichirô Ueda)
Esta es quizás la película más metalingüística que haya visto en mi vida. Si bien va a haber un segundo artículo dedicado a otro tipo de metalenguaje, la forma en la que esta película lo emplea es simplemente espectacular. Lo peor, y lo que me juega en contra a la hora de escribir este artículo, es que hablar del metalenguaje en One cut of the dead es spoilear, arruinar, adelantar la película.
Me explico, One cut of the dead trata sobre un grupo de personas que están filmando una película de zombies de bajo presupuesto en una especie de fábrica abandonada luego de la Segunda Guerra Mundial. Lo malo es que, en un punto de la película, los zombies resultan ser reales. Entonces los actores, el director y el equipo de producción tienen que enfrentarse a ellos para sobrevivir.
La película comienza con 40 minutos de un plano secuencia hasta que llega un punto en donde hay un punto de quiebre en la trama y, sin spoilear nada, les recomiendo saber lo menos posible de ella para sorprenderse y dejarse llevar. Si con eso no les es suficiente incentivo para verla, voy a hablar un poco sobre el metalenguaje de la película luego de la imagen; pero, en lo que a mi concierne, mientras menos sepan, mejor será la experiencia.
Los primeros cuarenta minutos de la película son un plano secuencia de la filmación de una película de zombies que se ve interrumpida cuando comienzan a aparecer zombies reales y atacan a los actores. El comportamiento de ellos, el movimiento de la cámara e inclusive la relación de los personajes con la cámara (por ejemplo, la escena de la foto) es muy extraña y se mantiene en el límite entre una película de Clase B muy barata o una película experimental que está transgrediendo con un montón de cánones preestablecidos de la realización cinematográfica. Al final no es ninguna de esas dos cosas, es algo que resulta mucho mejor, más original y justifica que esta película esté en esta lista.
Quizás la inclusión en este puesto sea algo polémico, pues es mucho más nueva y menos influyente o reconocida que sus antecesoras; pero es, desde un punto de vista muy personal, una de mis películas favoritas de todos los tiempos –muy amena, divertida, emocionante hacia el final y épica a su modo.
La recomiendo mucho, y si pueden aguantar los primeros cuarenta minutos, les espera algo único. Gracias por leer.